BORJA JIMÉNEZ

Tras afrontar una dura y larga mudanza donde los objetos que se creían perdidos surgen por doquier, se crea un túnel temporal que atrapa al individuo y lo lleva a vislumbrar el chaval que un día fue. Aquellos objetos que muchos considerarían basura, bombardean la mente del incauto con imágenes, ideas, recuerdos y sueños, ayudándolo a entrar en contacto con aquella forma de si mismo que ya no existe. Solo entonces, justo en ese momento, el hombre puede mirarse al espejo con una perspectiva distinta, saliendo de su propia piel. Pues cuando los recuerdos afloran gracias al poder de los objetos, permitiendo al hechizado integrarse en la mente de aquel chaval, otorga el poder de devolver la mirada tal y como lo haría un abismo. En ese momento, muchacho y hombre se miran y el poder de la mente permite que se toquen viviendo ambos a la par. Joven y adulto se estudian y, mientras que el primero vuelve a la vida por unos instantes, el segundo hace balance de todo lo que ha vivido desde la muerte del otro. Pero el poder de los objetos es limitado y cuando el tiempo pone fin al espejismo, el hombre sigue con su vida y el muchacho vuelve a quedar atrapado en el objeto y en lo mas profundo de aquel viejo, deseando que algún día el azar vuelva a unirlos a ambos, permitiéndole vivir un poco más.